Es poco común que los cines estrenen películas que aborden directamente la realidad de las personas con enfermedad mental y más excepcional aún, es que estas producciones cuenten con la colaboración activa de entidades especializadas, como las Hermanas Hospitalarias. Sin embargo, ese es precisamente el caso de VOTEMOS, una obra reciente protagonizada por un elenco de primer nivel: Raúl Fernández de Pablo, Clara Lago, Gonzalo de Castro, Charo Reina y Tito Valverde.
La trama gira en torno a Alberto (interpretado por Raúl
Fernández de Pablo), un vecino que, en medio de una reunión de comunidad
centrada en la instalación de un ascensor, sorprende a todos al anunciar que
alquilará su piso a una persona con enfermedad mental. Su declaración desata
una serie de reacciones cargadas de prejuicios y estereotipos que ponen en
evidencia las creencias erróneas y el desconocimiento que prevalecen en nuestra
sociedad sobre este colectivo.
La película aborda con sensibilidad y precisión los clichés
que afectan a las personas con enfermedad mental, enfatizando una verdad
crucial: ningún diagnóstico define la personalidad o las conductas de una
persona. Los vecinos muestran, uno a uno, todos los conceptos erróneos que la
sociedad maneja sobre las personas con enfermedad mental, empezando por la estereotipada,
errónea y –realmente- inexistente relación entre enfermedad mental y violencia
(las estadísticas muestran que solamente el cinco por ciento de personas con
enfermedad mental comete actos delictivos).
Si bien en ciertos momentos este filme se muestra lento, hay que decir que los actores han cumplido con notable alto su cometido, entre otras cosas porque, a diferencia de lo que sucede en otras películas, aquí la dicción no ha representado ningún problema (es lo que tiene tener buenos actores en un elenco: que saben hablar).
Casi todo el largometraje se desarrolla en el interior de una vivienda, la del protagonista, aunque en ningún momento se ha creado ningún entorno que pueda resultar claustrofóbico, si bien los vecinos muestran una actitud verdaderamente asfixiante en torno a sus preocupaciones y sus miedos.
Es de resaltar la loable iniciativa que el equipo ha tenido
al hacer esta ficción. Hubiera sido muy fácil caer en el insulto, en la
descalificación, en el estereotipo sobre las personas con diagnóstico de salud
mental, pero en esta película no sucede nada de esto. Es un ataque brutal hacia
la ceguera social que emerge entre las personas mal llamadas “normales”, porque
además en este filme se muestra un aspecto de la sociedad del que aún no hemos
tomado verdadera conciencia: que, en algunas ocasiones, las personas con
problemas mentales están más cuerdas que quienes, supuestamente, no los tienen.
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