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martes, 22 de enero de 2013

La Biblia: el codigo secreto


Introducción:

Un grupo de matemáticos israelíes han descubierto un código que estuvo escondido en el texto original de la Biblia en hebreo por más de 3000 años. En él se hallarían todos los sucesos que afectarían al mundo, tanto en el pasado como en el futuro, como la gran Depresión económica, las guerras mundiales,  los asesinatos de los hermanos Kennedy y del  Primer Ministro israelí, Itzhak Rabin, entre otros, incluyendo la fecha exacta, el lugar y el nombre de los asesinos. El código oculto en la Biblia fue encontrado en el texto hebreo del Antiguo Testamento, es decir, en la primera versión escrita del libro sagrado. Aunque ha sido traducida a todos los idiomas, los acontecimientos pueden develarse solamente en la versión en hebreo, ya que éste es el idioma original de la Biblia.

    Pero, ¿cómo se pudo conservar intacto el Código, después de 3000 años? El texto original de la Biblia ha permanecido inalterado a través de los siglos.

    Todas las biblias en lengua hebrea original que existen en la actualidad son iguales letra por letra. Según Adin Steinzsaltz, principal traductor de textos hebreos antiguos, el Talmud (libro que contiene la tradición, doctrinas, ceremonias y preceptos de la religión judía) señala claramente que no puede usarse, y ha de ser enterrada bajo tierra, toda copia de la Torá (libro de la Ley de los judíos) que tuviera una sola letra errónea.

Texto original de la Biblia
El origen:

    Hace más de 3000 años, una comunidad de israelitas escondió cientos de rollos de pergamino con los textos originales del Antiguo Testamento en cuevas que rodean el mar Muerto, por temor a que fueran destruidos. Estos fueron descubiertos accidentalmente por un pastor en 1947, y ahora se conservan en Israel, en un museo llamado Santuario del Libro de Jerusalén.

    La referencia al “fin de los días”, se encuentra en un rollo de 22 líneas llamado “Mezuzah”, que ocupa un lugar central en la Biblia y que Dios ordenó poner aparte y fijarlo a la entrada de cada hogar. Una sola palabra o signo que hubiera cambiado, habría perdido el sentido del texto escondido. Pareciera que Dios quiso asegurarse que el texto no se perdiera.


Rabino Weissmandel
    Aunque fue primero intuido por el rabino H.M.D. Weissmandel, hace más de 50 años, fue en realidad el Dr. Eliyahu Rips, experto mundial en la Teoría de Grupos (modelo matemático en que se basa la física cuántica), quién lo descubrió, y posteriormente otro físico israelí, Doron Witztum, fue quien completó el modelo matemático para descifrar el Código. Este fue corroborado por matemáticos de la universidad de Harvard, Yale y de la universidad hebrea. También fue verificado por un experto en decodificación del departamento de defensa de los Estados Unidos. Este descubrimiento fue anunciado primero en la revista norteamericana especializada “Statistical Science” (ciencia estadística), no sin antes someterlo al análisis de otros expertos, procedimiento habitual de verificación en revistas de este tipo. El experimento original fue llamado “Secuencias Equidistantes de Letras en el libro del Génesis”, en cuyo resumen se leía: “el análisis randomizado (aleatorio) señala la existencia de información oculta en el texto del Génesis, imbricada en forma de secuencias equidistantes de letras. Su nivel de acierto es del 99,998 %.

Doron Witztum

    El periodista norteamericano Michael Drosnin publicó el descubrimiento en 1997 su libro “El                     Código secreto de la Biblia”, señalando que para ello “tuvo que aprender hebreo y estudiar y comprobar el Código durante 5 años”. Explica Drosnin que “la Biblia tiene la forma de un gigantesco crucigrama. Está codificada de principio a fin con palabras que al conectarse entre sí, revelan una historia oculta”.


El código:

    Para dar con el código, Rips eliminó los espacios entre palabras y convirtió la totalidad del texto bíblico original en una “hebra” continua compuesta por 304.805 letras. Al hacerlo, la estaba devolviendo a la forma primigenia que los grandes sabios le atribuyen. Según la historia, ésa es la forma en que Moisés habría recibido la Biblia de Dios: continua, sin separación de palabras. El computador explora esta hebra en busca de nombres, palabras y frases codificadas. Comienza por la primera letra de la Biblia y verifica todas las secuencias alternas posibles: palabras formadas por saltos de 1, 2, 3 y así, hasta varios miles de espacios. Luego repite la búsqueda empezando por la segunda letra, luego por la tercera, la cuarta, hasta llegar a la última letra del texto.Como en un crucigrama, la información codificada puede aparecer en forma vertical, horizontal o diagonal. Cuando localiza una palabra clave, el computador se dedica a buscar información relacionada con ella que encuentra generalmente en el mismo tramo del texto. Nadie puede explicar, sin embargo, cómo fue creado el Código. Todos los científicos, matemáticos y físicos que han aceptado su existencia, coinciden en señalar que ni los más veloces ordenadores de que disponemos, incluidos los del Pentágono, las unidades centrales de la IBM, ni todos los computadores del mundo trabajando juntos, podrían obtener un texto como el que fue codificado hace 3000 años.

Código computerizado

    Ejemplo de un texto mesopotámico: Himno del rey asirio Assurbanipal de alabanza al Dios Marduk: Utiliza los signos silábicos cuneiformes del comienzo de cada línea para deletrear un mensaje oculto al Dios Marduk. Aparte de la codificación acronímica, se empleó un segundo método de cifra: las sílabas que formaban el mensaje secreto comenzaban en la línea 1, se saltaban la 2, utilizaban la línea 3, se saltaban la 4, etc., saltándose una línea hasta llegar a la línea 9. Después, el mensaje codificado se saltaba dos líneas de golpe, volviendo al salto de línea singular en la línea 26, volviendo al salto de línea doble a partir de la 36, y regresando al salto de línea singular para el resto de la tablilla.

Alfabeto numérico
    La utilización de los números para codificar sílabas y palabras aparece en un texto conocido como “Una Exaltación a Ishtar”, donde el adorador no puso su nombre con letras, sino con números: “21-35-35-26-41 hijo de 21-11-20-42”.

    Sigue sin descifrarse la clave de estos códigos numéricos, pero hay razones para creer que estos métodos de codificación mesopotámicos eran bien conocidos por los profetas hebreos.
Unas tablillas, en las cuales se conservó la terminología sumeria, incluso en textos acaDios (si bien muchos permanecen oscuros debido a las fracturas de las tablillas), apuntan a un primitivo uso de la numerología como código secreto, especialmente cuando se hallaban implicados los dioses.

    No sorprende por tanto que a las letras del alfabeto hebreo se les concedieran valores numéricos, y que tales valores jugaran un papel mucho mayor en la codificación y la decodificación de conocimientos secretos que las letras en sí mismas.

    Cuando los griegos adoptaron el alfabeto, conservaron la práctica de asignar valores numéricos a las letras; y fueron los griegos los que le dieron el nombre de Gematría al arte de y a las reglas para la interpretación de letras, palabras o grupos de palabras por sus valores numéricos.
Tablilla sumérica

    El empleo de la numerología y en especial de la Gematría para detectar significados secretos alcanzó una nueva cima en la Edad Media, con el desarrollo del misticismo judío conocido como la Cábala. En sus investigaciones, se daba una atención especial a los nombres divinos.
Si se suman de forma sencilla, las 4 letras del nombre divino (el Tetragammaton) suman 26 (10+5+6+5); pero con métodos más complejos por los que abogaban los cabalistas, en los cuales se deletreaban los nombres de las 4 letras (“Yod”, “Hei”, “Wav”, “Hei”) para sumarlos numéricamente, el total se convierte en 72. Los equivalentes numéricos de estos números componían resultados de otras palabras plenas de significado.

    Y ya en los comienzos del Cristianismo, una secta de Alejandría sostenía que el nombre del Creador supremo y primordial era “Abraxas”, la suma de cuyas letras equivalía a 365, el número de días del año solar. Hay razones para creer que “Abraxas” provenía de “Abreshit” (Padre/Progenitor del Comienzo), comenzando con una “A”, del Génesis, en vez del corriente “Breshit”, que hace que el Génesis comience con una “B”.

    En resumen, probablemente era inevitable que, con el advenimiento de la actual era de la informática, algunos maestros del ingenio pusieran sus capacidades en una novela y en un nuevo objetivo: La búsqueda de un “Código secreto” en la Biblia. Aunque todo esto se nos presenta en los documentos científicos e incluso en los libros como el epítome de la sofisticación moderna, lo cierto es que esta búsqueda es en realidad una búsqueda renovada, en absoluto nueva, si bien con nuevas y más avanzadas herramientas.

Crítica:

    La principal objeción contra el Código de la Biblia publicado por Michael Drosnin consiste en que un modelo similar puede ser encontrado en otros libros aparte de la Biblia. Aunque la probabilidad de hallar una secuencia en un lugar aleatorio que responda a una palabra con significado sea baja, hay tantos puntos de partida y distancias posibles que es de esperar que tales palabras aparezcan aunque las palabras equidistantes a tan solo dos o pocas letras de distancias son casi imposibles de encontrar y que se relacionen entre sí.
Michael Drosnin y su libro El Código Secreto de la Biblia
    Sin embargo, en ausencia de una medida objetiva de calidad y de un modo objetivo de seleccionar cada prueba, no es posible determinar si cualquier observación concreta es significativa o no. Por eso, la mayor parte de los esfuerzos de los escépticos se centraron en intentar refutar las reclamaciones “científicas” de Witztum, Rips y Gans.

    Hay pruebas indirectas que los datos, de hecho, no fueron recogidos correctamente, es decir, la elección de los nombres y su forma de escribirlos fue orientada de algún modo para que encajara con la hipótesis del Código; Los intentos de reproducir el experimento no alcanzaron el mismo resultado.
Como forma de crítica al estudio estadístico, en 1997, a Doron Witztum, Eliyahu Rips, Yoav Rosenberg de Israel, y Michael Drosnin de Estados Unidos, se les otorgó el IG Nobel de Literatura (el Anti Nobel), por el descubrimiento estadístico de que la Biblia contiene un código secreto.




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