INTRODUCCIÓN
Norteamérica
se caracteriza, entre otras cosas, por tener un vasto territorio. Por lo tanto,
tiene una buena variedad de climas, relieve y paisajes, los cuales no siempre
son conocidos fuera de Estados Unidos y Canadá. Precisamente, en la vertiente
Este de dicho país, se localiza una gran cordillera que va desde Alabama hasta
la Isla de Terranova pasando por los territorios franceses de San Pedro y
Miquelón para continuar por Quebec; hablo de la Cordillera de los Apalaches.
Los
Apalaches se dividen en tres grandes regiones:
-Norte: está
formada por las montañas verdes de Vermont, algunos relieves de la Isla de
Terranova, las Cordilleras de Notre Dame en Quebec, las Montañas Blancas de los
Montes Shickshocks y las Montañas Blancas de New Hampshire.
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Isla de Terranova |
-Centro:
montañas de Allegheny, cordillera Blue Ridge y montañas Catskill.
-Sur: cordillera
Great Smokey Mountains, montañas Cumberland, montañas Unaka y cordillera Blue
Ridge.
LA PUSTULOSA AMENAZA DE WALL STREET
Hasta hace
bien poco tiempo, en Wall Street no prestaron ninguna atención al mundo del
carbón. Creían que las minas eran lugares sucios, muy difíciles de comprar y
vender debido a cuestiones sindicales. Pero, por desgracia, las cosas cambiaron
cuando algunos psicópatas se dieron cuenta de que en Asia estaba creciendo la
demanda de carbón. Habida cuenta del dineral astronómico que sabían que podrían
obtener, metieron sus zarpas (que no manos) en esta cordillera.
Una empresa
minera (cuyo nombre nos reservamos para nosotros) no dudó en hacer una
auténtica escabechina en plenos Apalaches, dinamitando algunas cumbres y
arrojando los restos al río, al más puro estilo “por mis bemoles”. Ignoramos
por qué donde crece el dinero crece la podredumbre. El crecimiento de esta mina
acabó con cuantas aldeas y comunidades eran susceptibles de “estorbar”.
Se cuenta,
entre las numerosas calamidades provocadas por cerebros sin corazón, la historia
de una familia a la que, por precaución, pondremos el apellido ficticio de Johnson.
Esta familia poseía una propiedad en la ladera de una mina de la que la empresa antes mencionada era la propietaria. Habían vivido allí durante generaciones, pero ellos no criticaron inicialmente la existencia de la mina por la simple razón de que varios de sus miembros fueron mineros. Las últimas generaciones dejaron de vivir en esta propiedad, hicieron carreras universitarias y se mudaron a pueblos cercanos.
Un mal día,
la mina cercó su propiedad, y la compañía minera en cuestión quiso
comprarles el terreno. Por cuestiones económicas, la familia quedó dividida en
dos bandos: los que querían que esta propiedad se vendiese y los que no. Nueve
miembros de los Johnson decidieron vender la propiedad, pero los otros seis se
opusieron.
El caso
llegó a los tribunales de su estado, los cuales fallaron parcialmente a favor
de esta familia. Y digo parcialmente porque, de las 30 hectáreas vendidas
solamente recuperaron diez, las cuales no pudieron seguir usando porque los
componentes químicos producidos por la mina hicieron estragos en los árboles,
las piedras, e incluso en los peces que poblaban el río que lindaba con su
propiedad.
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Esta es una de las bondades que produce dinamitar montañas para ganar dinero. |
Las
consecuencias de la existencia de esta mina son tan devastadoras que están
modificando por completo el ecosistema que la rodea. Unas mentes muy ingenuas
podrían preguntarse cuándo el hombre aprenderá las enseñanzas de los pueblos
indígenas, para quienes –y tienen razón- no es la tierra la que pertenece al
hombre, sino el hombre el que pertenece a la tierra. Porque esta misma tierra
es la que le ve nacer, la que le alimenta, la que le permite vivir. Una lección
que los caballeros don dinero no han aprendido ni en párvulos.
CLIMA
Aunque hay
fuertes diferencias entre el sur y el norte de los Apalaches, estos se
caracterizan por tener un clima, por lo general, frío y húmedo. En la
Cordillera Presidencial y en las Montañas Blanca, así como en la parte
canadiense de estos montes, el clima es, por lo general, ártico o subártico.
Sin embargo, en Georgia y en Alabama, el clima es más templado.
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Vista panorámica de Georgia |
Si bien las
abundantes neblinas y nubes densas han dificultado la actividad turística en
los montes, dichos fenómenos han favorecido su sistema fluvial y su flora.
FAUNA Y FLORA DE LOS APALACHES
Tanto en la
Cordillera Presidencial como en las Montañas Blancas, la vegetación es muy
pequeña; no hay árboles, pero sí hay musgo, líquenes y algún que otro arbusto.
Por el
contrario, en territorio estadounidense existen robles, nogales, pinos,
abedules, abetos, olmos, álamos, castaños, cerezos negros americanos. tulipaneros
de Virginia, hayas americanas, los falsos castaños amarillos y los castaños
americanos.
En cuanto a
la fauna, también es abundante. Destaca la presencia de pumas, ciervos de cola
blanca, alces, ardillas voladoras del norte, mofetas rayadas, linces rojos,
zorros rojos, zorros grises, grévoles engolados, serpientes de jarretera,
tortugas mordedoras, ranas de bosque y castores americanos.
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Grévol engolado |
HISTORIA DE LOS APALACHES
Los
Apalaches se formaron durante la era paleozoica. En esa época, América del
Norte estaba unida a Europa y el Norte de África, con lo que los Apalaches
componían parte de la cordillera del Atlas en Marruecos y el espacio natural de
las Villuercas en Cáceres. No obstante, la tierra se “partió” y, por ello, se
originaron los distintos continentes.
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Cordillera del Atlas |
Se dice que,
cuando los conquistadores españoles llegaron a estos montes, encontraron una
tribu indígena cuyo nombre fue transcrito como Apalchen o Apalaches; de esta
forma, ellos concedieron este nombre a esta cordillera, en la que habitaba
dicha tribu.
Los Montes
Apalaches son además el lugar donde habitan los llamados “cuellos rojos”, o lo
que es lo mismo, los “redneck”, es decir, personas blancas de bajo nivel de
ingresos. Huelga decir que se les llama así porque, cuando trabajan en el
campo, al estar expuestos al sol la piel se les pone roja (en contraposición a
los blancos mediterráneos, a quienes se nos pone oscura).
Sucesos Paranormales
Los
Apalaches han acogido toda una serie de sucesos paranormales. De hecho, para
protegerte de estos sucesos debes seguir una serie de normas:
-Si escuchas
tu nombre, no respondas
-Si sientes
que alguien te está acosando o siguiendo, no corras
-Si alguien
te ha hablado, has oído o visto algo, tú no has oído ni visto nada
-No vayas al
bosque por la noche
-Si algo te
mira directamente a los ojos, no lo mires
-Cierra con
pestillo o llave todas las puertas o ventanas por la noche
-Si has
escuchado algo, no busques lo que has escuchado: abandona el área de manera
sosegada
-No pongas
en tu puerta un felpudo en el que diga “Bienvenidos”
Uno de los
sucesos paranormales que, al parecer, han tenido lugar en los Apalaches ha sido
el coro fantasmal de las montañas Roan. Al parecer, algunos visitantes de esta
cordillera aseguran haber escuchado un coro fantasmal en estas montañas. Algunas
personas que han experimentado sucesos paranormales han compartido sus
historias a través de Internet.
Otros
sucesos paranormales han sido las desapariciones de personas en las montañas,
las cuales estaban haciendo senderismo. Un caso especialmente trágico fue el de
Geraldine Largay. Esta mujer desapareció en el estado de Maine, perdiéndose en
las montañas por espacio de 26 días. Antes de morir de inanición, dejó una
carta de su diario en la que pedía que avisasen a su esposo y a su hija cuando
encontrasen su cuerpo. Otros casos célebres han sido el del neoyorquino Vance
Rodríguez y el excursionista Robert Fitzgerald, quien a día de hoy sigue
desaparecido.
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