Introducción
Queridos
amigos, el próximo dieciséis de septiembre va a tener lugar uno de los
aniversarios más tristemente famosos que se pueden conmemorar. El aniversario
de la muerte de un hombre y el nacimiento de una leyenda. El aniversario de la
muerte de un hombre cuyo “crimen” fue apoyar y defender, mediante sus canciones,
a los más desfavorecidos. Cuyo “crimen” fue soñar con un mundo mejor. El
próximo día 16 de septiembre se cumplen 50 años del asesinato del cantautor y
director de teatro chileno Víctor Jara.
Biografía
Víctor Lidio
Jara Martínez nació en la región de Ñuble, en 1932. Los primeros años de su
vida los pasó en el fundo (latifundio) del cual sus padres eran inquilinos. Su
padre (Manuel) era campesino del fundo en el que vivían, y su madre (de nombre
Amanda) era ama de casa y cantora, además de guitarrista. Tenía cuatro
hermanos: María, Georgina (Coca), Eduardo (Lalo) y Roberto.
Víctor Jara |
Tras haber
abandonado el padre a su madre y sus hermanos, él y su familia se mudaron a la
Población Nogales, en Santiago, donde él cursó sus estudios primarios. Una vez
allí, su madre, una mujer decidida, inició un negocio de comidas en el Mercado
Central.
La madre de
Víctor murió cuando él tenía 15 años. Después de su muerte ingresó en un
seminario, dado que pretendía encontrar en la religión el amor que no tenía en
su vida. Sin embargo, él no tenía madera de sacerdote, por lo que lo abandonó. Después
de abandonar el seminario se incorporó al servicio militar, donde destacó por
su carácter disciplinado. Una vez terminado este ingresó en el coro de la
Universidad de Chile, coincidiendo en el montaje de Carmina Burana con quien
sería el amor de su vida, la bailarina británica Joan Turner, quien tras
casarse con él años después pasó a llamarse Joan Turner de Jara.
Joan Jara en la Actualidad |
Con el tiempo
ingresó en la Compañía de mimos de Enrique Noisvander, y cursó actuación y
dirección en la Universidad de Chile. A finales de los años cincuenta integró
el conjunto Cuncumén, con quienes inició su vida en el mundo de la música, y
con quienes realizaría una extensa gira por parte de Europa, incluida la
extinta Unión Soviética.
Fue
designado director de la casa de la cultura en Nuñoa, y empezó a compaginar la
música con el teatro, convirtiéndose en director del ITUCH (Instituto de Teatro
de la Universidad de Chile). Entre las obras que Víctor dirigió se encuentran
La Remolienda (de un dramaturgo amigo suyo, Alejandro Sieveking), Parecido a la
Felicidad y La Maña, obra de Ann Jellicoe por cuyo montaje Víctor recibió
varios premios. Hay que mencionar que Víctor fue además discípulo de la
folklorista chilena más importante de todos los tiempos, una artística
polifacética cuya obra es conocida en gran parte del mundo: la inolvidable
Violeta Parra.
Alejandro Sieveking y su mujer, la actriz Bélgica Castro (en la actualidad) |
En 1965 entró en contacto con un nuevo grupo que contribuiría a revolucionar la canción chilena, y que en esos momentos estaba integrado por Julio Numhauser, Patricio Castillo y Julio y Eduardo Carrasco: Quilapayún. Víctor les moldeo artísticamente. Les añadió un repertorio, impuso la disciplina en los ensayos (sobre todo en lo relativo a la puntualidad y a las bromas, dado que eran muy amigos de perder el tiempo haciéndolas) les enseñó todo lo necesario para comunicarse debidamente con el público, y les lanzó a la fama. Sin embargo, las diferencias no tardaron en arreciar, y Víctor dejó de ser director artístico del grupo en 1969, año en que asumió su dirección Eduardo Carrasco.
En paralelo
a su trabajo con Quilapayún también colaboró con otro gran grupo de enorme
significado artístico, el grupo Inti-Illimani, que también pertenecía al
movimiento que, en esos años, de la mano de los grupos y solistas antes
mencionados, estaba naciendo: la Nueva Canción Chilena.
Inti-Illimani en sus inicios. De izqda a dcha: Jorge Coulon Larrañaga, Horacio Durán Vidal, Ernesto Pérez de Arce, Horacio Salinas Álvarez y el ecuatoriano Max Berrú Carrión (QEPD) |
Este
movimiento musical se caracterizaba por una fuerte reivindicación del folclore
y el macizo cultural indígena no sólo de Chile, sino de toda América Latina, a
lo que se agregaba un fuerte componente de compromiso y denuncia de tipo social
y político. Debido a su mensaje revolucionario y anti imperialista era un
movimiento que “atentaba” contra los intereses de las grandes corporaciones,
pero aun así hubo una discográfica que, gracias a Rubén Nouzeilles (su director
artístico) vio en la Nueva Canción Chilena un suculento negocio: Emi-Odeón
Chilena. Por otra parte, las juventudes comunistas de Chile fundaron un sello
discográfico que publicaba a los artistas de este movimiento artístico: DICAP
(Discoteca del Cantar Popular).
Rubén Nouzeilles (QPED) |
La Nueva Canción Chilena se distanciaba, por tanto, de lo que entonces se conocía como Neo-Folklore; mientras este daba una versión idílica de la vida en el campo, la Nueva Canción Chilena tenía un tono mucho más realista que reflejaba la dureza de la vida en los latifundios, así como las tropelías que se cometían contra los más desfavorecidos, no solo en el campo, sino en la ciudad, en el extranjero, en todas partes. Sus artistas estaban comprometidos no solo con el Gobierno de la Unidad Popular, sino con la revolución cubana, y, por supuestísimo, estaban contra la Guerra de Vietnam.
Víctor, como el resto de los artistas de la Nueva Canción Chilena, apoyó activamente al político socialista Salvador Allende, no solo en su campaña, sino durante todo su gobierno, que comenzó en el año 1970 después de haber resultado vencedor en unas elecciones. Por esas fechas, Víctor tomó parte en la Conversación sobre el Teatro, evento realizado en Berlín, así como en el Primer Congreso de Teatro Latinoamericano, que se llevó a cabo en Buenos Aires.
Salvador Allende Gossens (QPED)
Mientras
tanto, la situación política chilena se volvía cada vez más tensa. La
ciudadanía se estaba polarizando, y la oligarquía, desesperada por mantener el
estatus político y económico que detentó durante siglos, convocó a una huelga a
los camioneros, con la cual pretendía dinamitar lo que la Unidad Popular
llamaba “Vía Chilena al Socialismo”. En 1972, Víctor dirigió el homenaje que se
hizo a Pablo Neruda con motivo de su obtención del Premio Nobel, pero todo iba
a terminar muy pronto, por desgracia.
Una Vida Truncada
El día 11 de
septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas de Chile, lideradas por el general
Pinochet (con el apoyo directo de la CIA, del gobierno de Nixon y de militares
estadounidenses), dieron un golpe de estado contra Salvador Allende. En las
primeras horas de la mañana de aquél fatídico día, Víctor Jara se trasladó a la
Universidad Técnica del Estado, donde fue detenido por los golpistas. Con
posterioridad fue trasladado al Estadio de Chile, hoy llamado “Estadio Víctor
Jara”.
Interior del Estadio Víctor Jara |
En este
estadio, Víctor fue sometido a las más crueles torturas y humillaciones. Estaba
dirigido por el militar Mario Manríquez Bravo, pero entre los militares que
había en el recinto se encontraba el militar Edwin Dimter Bianchi (conocido como “El Príncipe”), quien no dudó en
humillar a nuestro querido Víctor. Allí, Jara escribió un poema que le haría
famoso en el mundo entero, el poema “Somos Cinco Mil”, donde relataba todas las
barbaridades que se estaban cometiendo en el lugar en el que Víctor se
encontraba.
Edwin Dimter Bianchi, tras recibir un merecido aperitivo en su último puesto de trabajo. |
Víctor sufrió
malos tratos inimaginables, y, finalmente, fue fusilado el 16 de septiembre de
1973. Su cuerpo fue encontrado cerca del Cementerio Metropolitano.
Después de su muerte
Víctor pudo
haber sido uno de los miles de desaparecidos que han caracterizado a la Junta
Militar Chilena, pero no fue así gracias a un hombre: Héctor Herrera. Héctor,
quien es de izquierdas, trabajaba en esos momentos tomando las huellas
dactilares a los cadáveres que se amontonaban en el Servicio Médico Legal. Un
día descubrió el cuerpo de Víctor entre los muchos que allí se amontonaban, y
al día siguiente de haber podido corroborar su identidad, fue a casa de su
viuda (la bailarina Joan Turner) para comunicarle el paradero de su cuerpo.
Héctor acompañó a Joan hasta donde este se hallaba, y finalmente, Víctor pudo
ser enterrado de una manera digna.
Héctor Herrera (derecha) con Joan Jara a principios de la década del 2000 |
Joan se
exilió en Inglaterra junto a sus hijas Amanda y Manuela, del mismo modo que lo
hizo el padre de la segunda (el también bailarín Patricio Bunster, primer
marido de Joan). No obstante, poco antes del exilio, Joan logró que un equipo
de televisión extranjero sacase al exterior ejemplares de los discos que Víctor
había grabado (los masters originales fueron destruidos por los militares, como
ocurrió con todas las cintas máster de la discográfica Dicap, que había lanzado
casi todos sus álbumes), de modo que la discografía de nuestro querido
cantautor sigue apreciándose en el mundo entero.
Tanto Joan
como sus hijas volvieron a Chile diez años más tarde, y a finales de los
ochenta (como podemos ver en otro artículo de este blog) Chile
volvió a ser una democracia representativa. Los admiradores de Víctor se
cuentan por miles, y casi todos los artistas chilenos siguen admirándole y
rindiéndole tributo, si bien no son pocos los que lo hacen fuera del país
sudamericano.
En 2018,
ocho de los responsables de su asesinato (los militares Hugo Sánchez Marmonti, Raúl Jofré González, Edwin
Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Jorge Smith Gumucio, Ernesto Bethke Wulf,
Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio Vásquez Donoso) fueron
procesados, y han recibido este 2023 sus correspondientes y merecidísimas penas
de cárcel. Por otra parte, un juez de Estados Unidos autorizó el
procesamiento de otro de los responsables de su muerte, Pedro Pablo Barrientos
Núñez, autor material del asesinato, quien reside en Estados Unidos desde 1990,
año del retorno de la democracia a Chile (¿quién dijo miedo?)
Pedro Pablo Barrientos |
La Fundación
Esta entidad
fue fundada por Joan Turner en 1993. Su objetivo es apoyar a todos los
cantautores chilenos que deseen llegar al público, y su deseo es crear un movimiento
cultural que sea verdadera expresión del pueblo chileno, que no esté apoyado en
valores comerciales. Además, conserva un archivo donde se refleja la
solidaridad internacional que hubo con Chile.
Un Nuevo Estadio
En 2003, el
Estadio Chile pasó a llamarse Estadio Víctor Jara, en homenaje a nuestro
querido cantautor. Ello implicó la firma de un acuerdo según el cual en este
lugar tiene que haber conciertos y actividades culturales, así como instalaciones
para atender a gente joven.
Sus Canciones Más Importantes
-El
Cigarrito
Fue el
primer gran éxito de Víctor.
-Plegaria a
un Labrador
Esta
canción, en la que Víctor llama a los campesinos a unirse a la lucha por la
revolución, fue presentada por él mismo en el Primer Festival de la Nueva
Canción Chilena, donde fue acompañado por Quilapayún. Tanto Quilapayún como
Víctor resultaron vencedores en ese Festival, así como el cantante Richard
Rojas.
- Paloma
Quiero Contarte y Te Recuerdo Amanda
Paloma
Quiero Contarte fue compuesta por Víctor en homenaje a su mujer (Joan) mientras
él se encontraba de gira por la Unión Soviética con el grupo Cuncumén. Por otra
parte, Te Recuerdo Amanda (este último nombre lo tomó tanto de su madre como de
su hija pequeña) relata una historia de amor entre dos obreros.
-Manifiesto
Escrita por
Víctor y compuesta por Patricio Castillo, en esta canción él deja bien claro
los motivos por los que canta, como lo prueba el siguiente fragmento: “yo no
canto por cantar/ni por tener buena voz/ canto porque la guitarra/tiene sentido
y razón/canto que ha sido valiente/siempre será canción nueva.
Patricio Castillo en la actualidad |
-Preguntas
por Puerto Montt
Esta canción
tiene detrás toda una historia. En 1969, un grupo de personas que ocuparon el fundo
Pampa Irigoin, situado en Puerto Montt, fue asesinado por los carabineros. Algunos
culparon del suceso al entonces ministro del interior, Edmundo Pérez Zujovic, quien
moriría asesinado poco después. En esta canción, compuesta antes de este
asesinato, Víctor refleja esta masacre, y manifiesta su más firme repudio a este
ministro. Cuando Víctor estaba presentando esta canción en un concierto por
primera vez, la parte del público que se encontraba más alejada del escenario
(compuesta por personas ultraconservadoras) intentó linchar a Víctor, pero no
lo lograron por dos razones: la primera, que los que estaban más cerca del
escenario hicieron una muralla humana para evitar que a Víctor le pasara algo,
y la segunda, que Víctor salió urgentemente del lugar.
-Luchín
Esta canción
está inspirada en una persona que existe en la vida real. Víctor era amigo de
Eugenia “Quena” Arrieta, quien adoptó a un niño llamado Luis Iribarren, un niño
que vivía en un poblado marginal (o, como dicen en Chile, “población
callampa”). Su historia le sirvió para mostrar un ambiente paupérrimo,
componiendo una canción que hablaba de las condiciones en las que Luchín
(diminutivo de Luis, que en España sería “Luisito”) vivía con su familia
biológica.
Luis Iribarren (Luchín) |
-El
Aparecido
Este tema es
un homenaje al guerrillero Ernesto “Che” Guevara, compuesto después de su
muerte en la sierra boliviana. Fue versionado por, entre otros, los grupos
Inti-Illimani y Quilapayún.
-El Derecho
de Vivir en Paz
En El
Derecho de Vivir en Paz, Víctor releja el horror que generó la Guerra de
Vietnam. En la grabación de la misma fue acompañado por el grupo de rock Los
Blops.
Víctor Jara en el cine y la
televisión
La vida y
obra de Víctor Jara han sido motivo de numerosos proyectos audiovisuales. El
primero de todos estos fue el documental “El Tigre Saltó y Mató…Pero Morirá,
Morirá”. En 1975, su viuda fue la conductora del documental británico
“Compañero: Víctor Jara of Chile” (1975), al que siguió pocos años después el
filme “El Cantor”, en el que el cantante y actor americano Dean Reed (amigo de
Víctor) narraba sus últimos días de vida. En 2003, coincidiendo con el 30 aniversario de
su muerte, Warner Music Chile lanzó una antología que incluía dos cd’s con sus
más grandes éxitos y un dvd que incluye el documental “El Derecho de Vivir en
Paz”. Y Netflix, gigante del streaming tampoco se quedó atrás: en la serie
Remastered (dedicada a cantantes muertos) le dedicó un capítulo que tituló
“Masacre en el Estadio”, donde el mencionado Pedro Barrientos se retrata a sí
mismo.
Víctor Jara en España
En nuestro
país, la obra de Víctor Jara ha tenido un camino, cuanto menos, curioso. Aquí
debemos el conocimiento de la misma no solo probablemente a la labor de Joan
Turner, sino a la del presidente de Dicap y a la discográfica española
Movieplay.
En 1974, el
periodista musical Antonio Gómez tenía un cargo en el sello discográfico Gong,
dependiente de la discográfica antes mentada. Después de haber mantenido
conversaciones con Quilapayún, Antonio fue contactado por Alejandro Caloguerea,
quien dirigía Dicap desde París. Rápidamente llegaron a un acuerdo para lanzar
en España el catálogo de esta compañía, y pronto les llegaron las primeras
copias con las que pudieron publicar discos (recordemos que los masters
originales de los discos publicados por Dicap fueron destruidos).
De izqda a dcha Rodolfo Parada (entonces miembro de Quilapayun), Antonio Gómez y Carmen Saavedra. |
No obstante,
España todavía estaba en dictadura, y eso trajo consecuencias. Cuando Movieplay
quisieron lanzar los discos Pongo en tus Manos Abiertas y El Derecho de Vivir
en Paz, se encontraron con que parte de las canciones de los dos discos no
lograron pasar la férrea censura gubernamental, con lo que no podían lanzarlos.
Ante esta situación, esta empresa reaccionó tomando todas aquellas canciones de
dichos álbumes que hubiesen pasado la censura y publicándolas en un álbum discográfico
llamado “Te Recuerdo Amanda”. Un tiempo después, cuando la censura
gubernamental desapareció, las canciones de ambos discos que no pudieron ser
publicadas inicialmente se lanzaron bajo el título “El Derecho de Vivir en
Paz”, y el resto de canciones de Víctor que no habían pasado la censura se
publicaron bajo el título de “Selección”.
Reflexiones
No se puede entender la cultura chilena sin mencionar a Víctor Jara o a Violeta Parra, pero tampoco se puede entender el mundo de la canción de autor en general sin estos. Si la Junta Militar Chilena pretendió “quitarse de en medio un problema” acabando con la vida de Víctor, lograron justo lo contrario. La muerte de Víctor Jara pesa sobre los militares chilenos como una losa que no se podrán quitar de encima jamás. Si querían acabar con su legado, provocaron lo contrario. El asesinato de Víctor ha quedado para la posterioridad como un símbolo inequívoco de los horrores del gobierno de Pinochet. Su mensaje está más vivo que nunca, y su recuerdo aún más. Es lo que sucede cuando asesinas a una persona de una categoría humana y artística tan apabullante como la de Víctor, esa persona se convierte en leyenda y tú quedas como lo que eres. Víctor murió hace cincuenta años, pero vive y vivirá por siempre en el corazón de millones de personas, entre las cuales se encuentra el autor de este artículo.
Tommy Agudo.
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