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viernes, 15 de septiembre de 2023

ESPECIAL VÍCTOR JARA

Introducción

Queridos amigos, el próximo dieciséis de septiembre va a tener lugar uno de los aniversarios más tristemente famosos que se pueden conmemorar. El aniversario de la muerte de un hombre y el nacimiento de una leyenda. El aniversario de la muerte de un hombre cuyo “crimen” fue apoyar y defender, mediante sus canciones, a los más desfavorecidos. Cuyo “crimen” fue soñar con un mundo mejor. El próximo día 16 de septiembre se cumplen 50 años del asesinato del cantautor y director de teatro chileno Víctor Jara.

Biografía

Víctor Lidio Jara Martínez nació en la región de Ñuble, en 1932. Los primeros años de su vida los pasó en el fundo (latifundio) del cual sus padres eran inquilinos. Su padre (Manuel) era campesino del fundo en el que vivían, y su madre (de nombre Amanda) era ama de casa y cantora, además de guitarrista. Tenía cuatro hermanos: María, Georgina (Coca), Eduardo (Lalo) y Roberto.



Víctor Jara



Tras haber abandonado el padre a su madre y sus hermanos, él y su familia se mudaron a la Población Nogales, en Santiago, donde él cursó sus estudios primarios. Una vez allí, su madre, una mujer decidida, inició un negocio de comidas en el Mercado Central.

La madre de Víctor murió cuando él tenía 15 años. Después de su muerte ingresó en un seminario, dado que pretendía encontrar en la religión el amor que no tenía en su vida. Sin embargo, él no tenía madera de sacerdote, por lo que lo abandonó. Después de abandonar el seminario se incorporó al servicio militar, donde destacó por su carácter disciplinado. Una vez terminado este ingresó en el coro de la Universidad de Chile, coincidiendo en el montaje de Carmina Burana con quien sería el amor de su vida, la bailarina británica Joan Turner, quien tras casarse con él años después pasó a llamarse Joan Turner de Jara.



Joan Jara en la Actualidad


Con el tiempo ingresó en la Compañía de mimos de Enrique Noisvander, y cursó actuación y dirección en la Universidad de Chile. A finales de los años cincuenta integró el conjunto Cuncumén, con quienes inició su vida en el mundo de la música, y con quienes realizaría una extensa gira por parte de Europa, incluida la extinta Unión Soviética.

Fue designado director de la casa de la cultura en Nuñoa, y empezó a compaginar la música con el teatro, convirtiéndose en director del ITUCH (Instituto de Teatro de la Universidad de Chile). Entre las obras que Víctor dirigió se encuentran La Remolienda (de un dramaturgo amigo suyo, Alejandro Sieveking), Parecido a la Felicidad y La Maña, obra de Ann Jellicoe por cuyo montaje Víctor recibió varios premios. Hay que mencionar que Víctor fue además discípulo de la folklorista chilena más importante de todos los tiempos, una artística polifacética cuya obra es conocida en gran parte del mundo: la inolvidable Violeta Parra.


Alejandro Sieveking y su mujer, la actriz Bélgica Castro (en la actualidad)



En 1965 entró en contacto con un nuevo grupo que contribuiría a revolucionar la canción chilena, y que en esos momentos estaba integrado por Julio Numhauser, Patricio Castillo y Julio y Eduardo Carrasco: Quilapayún. Víctor les moldeo artísticamente. Les añadió un repertorio, impuso la disciplina en los ensayos (sobre todo en lo relativo a la puntualidad y a las bromas, dado que eran muy amigos de perder el tiempo haciéndolas) les enseñó todo lo necesario para comunicarse debidamente con el público, y les lanzó a la fama. Sin embargo, las diferencias no tardaron en arreciar, y Víctor dejó de ser director artístico del grupo en 1969, año en que asumió su dirección Eduardo Carrasco.

En paralelo a su trabajo con Quilapayún también colaboró con otro gran grupo de enorme significado artístico, el grupo Inti-Illimani, que también pertenecía al movimiento que, en esos años, de la mano de los grupos y solistas antes mencionados, estaba naciendo: la Nueva Canción Chilena.



Inti-Illimani en sus inicios. De izqda a dcha: Jorge Coulon Larrañaga, Horacio Durán Vidal, Ernesto Pérez de Arce, Horacio Salinas Álvarez y el ecuatoriano Max Berrú Carrión (QEPD)


Este movimiento musical se caracterizaba por una fuerte reivindicación del folclore y el macizo cultural indígena no sólo de Chile, sino de toda América Latina, a lo que se agregaba un fuerte componente de compromiso y denuncia de tipo social y político. Debido a su mensaje revolucionario y anti imperialista era un movimiento que “atentaba” contra los intereses de las grandes corporaciones, pero aun así hubo una discográfica que, gracias a Rubén Nouzeilles (su director artístico) vio en la Nueva Canción Chilena un suculento negocio: Emi-Odeón Chilena. Por otra parte, las juventudes comunistas de Chile fundaron un sello discográfico que publicaba a los artistas de este movimiento artístico: DICAP (Discoteca del Cantar Popular).



Rubén Nouzeilles (QPED)


  La Nueva Canción Chilena se distanciaba, por tanto, de lo que entonces se conocía como Neo-Folklore; mientras este daba una versión idílica de la vida en el campo, la Nueva Canción Chilena tenía un tono mucho más realista que reflejaba la dureza de la vida en los latifundios, así como las tropelías que se cometían contra los más desfavorecidos, no solo en el campo, sino en la ciudad, en el extranjero, en todas partes. Sus artistas estaban comprometidos no solo con el Gobierno de la Unidad Popular, sino con la revolución cubana, y, por supuestísimo, estaban contra la Guerra de Vietnam.

Víctor, como el resto de los artistas de la Nueva Canción Chilena, apoyó activamente al político socialista Salvador Allende, no solo en su campaña, sino durante todo su gobierno, que comenzó en el año 1970 después de haber resultado vencedor en unas elecciones. Por esas fechas, Víctor tomó parte en la Conversación sobre el Teatro, evento realizado en Berlín, así como en el Primer Congreso de Teatro Latinoamericano, que se llevó a cabo en Buenos Aires.




Salvador Allende Gossens (QPED)



Mientras tanto, la situación política chilena se volvía cada vez más tensa. La ciudadanía se estaba polarizando, y la oligarquía, desesperada por mantener el estatus político y económico que detentó durante siglos, convocó a una huelga a los camioneros, con la cual pretendía dinamitar lo que la Unidad Popular llamaba “Vía Chilena al Socialismo”. En 1972, Víctor dirigió el homenaje que se hizo a Pablo Neruda con motivo de su obtención del Premio Nobel, pero todo iba a terminar muy pronto, por desgracia.

Una Vida Truncada

El día 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas de Chile, lideradas por el general Pinochet (con el apoyo directo de la CIA, del gobierno de Nixon y de militares estadounidenses), dieron un golpe de estado contra Salvador Allende. En las primeras horas de la mañana de aquél fatídico día, Víctor Jara se trasladó a la Universidad Técnica del Estado, donde fue detenido por los golpistas. Con posterioridad fue trasladado al Estadio de Chile, hoy llamado “Estadio Víctor Jara”.



Interior del Estadio Víctor Jara


En este estadio, Víctor fue sometido a las más crueles torturas y humillaciones. Estaba dirigido por el militar Mario Manríquez Bravo, pero entre los militares que había en el recinto se encontraba el militar Edwin Dimter Bianchi (conocido como “El Príncipe”), quien no dudó en humillar a nuestro querido Víctor. Allí, Jara escribió un poema que le haría famoso en el mundo entero, el poema “Somos Cinco Mil”, donde relataba todas las barbaridades que se estaban cometiendo en el lugar en el que Víctor se encontraba.



Edwin Dimter Bianchi, tras recibir un merecido aperitivo en su último puesto de trabajo. 


Víctor sufrió malos tratos inimaginables, y, finalmente, fue fusilado el 16 de septiembre de 1973. Su cuerpo fue encontrado cerca del Cementerio Metropolitano.

Después de su muerte

Víctor pudo haber sido uno de los miles de desaparecidos que han caracterizado a la Junta Militar Chilena, pero no fue así gracias a un hombre: Héctor Herrera. Héctor, quien es de izquierdas, trabajaba en esos momentos tomando las huellas dactilares a los cadáveres que se amontonaban en el Servicio Médico Legal. Un día descubrió el cuerpo de Víctor entre los muchos que allí se amontonaban, y al día siguiente de haber podido corroborar su identidad, fue a casa de su viuda (la bailarina Joan Turner) para comunicarle el paradero de su cuerpo. Héctor acompañó a Joan hasta donde este se hallaba, y finalmente, Víctor pudo ser enterrado de una manera digna.



Héctor Herrera (derecha) con Joan Jara a principios de la década del 2000


Joan se exilió en Inglaterra junto a sus hijas Amanda y Manuela, del mismo modo que lo hizo el padre de la segunda (el también bailarín Patricio Bunster, primer marido de Joan). No obstante, poco antes del exilio, Joan logró que un equipo de televisión extranjero sacase al exterior ejemplares de los discos que Víctor había grabado (los masters originales fueron destruidos por los militares, como ocurrió con todas las cintas máster de la discográfica Dicap, que había lanzado casi todos sus álbumes), de modo que la discografía de nuestro querido cantautor sigue apreciándose en el mundo entero.

Tanto Joan como sus hijas volvieron a Chile diez años más tarde, y a finales de los ochenta (como podemos ver en otro artículo de este blog) Chile volvió a ser una democracia representativa. Los admiradores de Víctor se cuentan por miles, y casi todos los artistas chilenos siguen admirándole y rindiéndole tributo, si bien no son pocos los que lo hacen fuera del país sudamericano.

En 2018, ocho de los responsables de su asesinato (los militares Hugo Sánchez MarmontiRaúl Jofré GonzálezEdwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Jorge Smith Gumucio, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio Vásquez Donoso) fueron procesados, y han recibido este 2023 sus correspondientes y merecidísimas penas de cárcel. Por otra parte, un juez de Estados Unidos autorizó el procesamiento de otro de los responsables de su muerte, Pedro Pablo Barrientos Núñez, autor material del asesinato, quien reside en Estados Unidos desde 1990, año del retorno de la democracia a Chile (¿quién dijo miedo?)



Pedro Pablo Barrientos


La Fundación

Esta entidad fue fundada por Joan Turner en 1993. Su objetivo es apoyar a todos los cantautores chilenos que deseen llegar al público, y su deseo es crear un movimiento cultural que sea verdadera expresión del pueblo chileno, que no esté apoyado en valores comerciales. Además, conserva un archivo donde se refleja la solidaridad internacional que hubo con Chile.

Un Nuevo Estadio

En 2003, el Estadio Chile pasó a llamarse Estadio Víctor Jara, en homenaje a nuestro querido cantautor. Ello implicó la firma de un acuerdo según el cual en este lugar tiene que haber conciertos y actividades culturales, así como instalaciones para atender a gente joven.

Sus Canciones Más Importantes

-El Cigarrito

Fue el primer gran éxito de Víctor.

-Plegaria a un Labrador

Esta canción, en la que Víctor llama a los campesinos a unirse a la lucha por la revolución, fue presentada por él mismo en el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, donde fue acompañado por Quilapayún. Tanto Quilapayún como Víctor resultaron vencedores en ese Festival, así como el cantante Richard Rojas.

- Paloma Quiero Contarte y Te Recuerdo Amanda

Paloma Quiero Contarte fue compuesta por Víctor en homenaje a su mujer (Joan) mientras él se encontraba de gira por la Unión Soviética con el grupo Cuncumén. Por otra parte, Te Recuerdo Amanda (este último nombre lo tomó tanto de su madre como de su hija pequeña) relata una historia de amor entre dos obreros.

-Manifiesto

Escrita por Víctor y compuesta por Patricio Castillo, en esta canción él deja bien claro los motivos por los que canta, como lo prueba el siguiente fragmento: “yo no canto por cantar/ni por tener buena voz/ canto porque la guitarra/tiene sentido y razón/canto que ha sido valiente/siempre será canción nueva.




Patricio Castillo en la actualidad


-Preguntas por Puerto Montt

Esta canción tiene detrás toda una historia. En 1969, un grupo de personas que ocuparon el fundo Pampa Irigoin, situado en Puerto Montt, fue asesinado por los carabineros. Algunos culparon del suceso al entonces ministro del interior, Edmundo Pérez Zujovic, quien moriría asesinado poco después. En esta canción, compuesta antes de este asesinato, Víctor refleja esta masacre, y manifiesta su más firme repudio a este ministro. Cuando Víctor estaba presentando esta canción en un concierto por primera vez, la parte del público que se encontraba más alejada del escenario (compuesta por personas ultraconservadoras) intentó linchar a Víctor, pero no lo lograron por dos razones: la primera, que los que estaban más cerca del escenario hicieron una muralla humana para evitar que a Víctor le pasara algo, y la segunda, que Víctor salió urgentemente del lugar.

-Luchín

Esta canción está inspirada en una persona que existe en la vida real. Víctor era amigo de Eugenia “Quena” Arrieta, quien adoptó a un niño llamado Luis Iribarren, un niño que vivía en un poblado marginal (o, como dicen en Chile, “población callampa”). Su historia le sirvió para mostrar un ambiente paupérrimo, componiendo una canción que hablaba de las condiciones en las que Luchín (diminutivo de Luis, que en España sería “Luisito”) vivía con su familia biológica.



Luis Iribarren (Luchín)


-El Aparecido

Este tema es un homenaje al guerrillero Ernesto “Che” Guevara, compuesto después de su muerte en la sierra boliviana. Fue versionado por, entre otros, los grupos Inti-Illimani y Quilapayún.

-El Derecho de Vivir en Paz

En El Derecho de Vivir en Paz, Víctor releja el horror que generó la Guerra de Vietnam. En la grabación de la misma fue acompañado por el grupo de rock Los Blops.

Víctor Jara en el cine y la televisión

La vida y obra de Víctor Jara han sido motivo de numerosos proyectos audiovisuales. El primero de todos estos fue el documental “El Tigre Saltó y Mató…Pero Morirá, Morirá”. En 1975, su viuda fue la conductora del documental británico “Compañero: Víctor Jara of Chile” (1975), al que siguió pocos años después el filme “El Cantor”, en el que el cantante y actor americano Dean Reed (amigo de Víctor) narraba sus últimos días de vida.  En 2003, coincidiendo con el 30 aniversario de su muerte, Warner Music Chile lanzó una antología que incluía dos cd’s con sus más grandes éxitos y un dvd que incluye el documental “El Derecho de Vivir en Paz”. Y Netflix, gigante del streaming tampoco se quedó atrás: en la serie Remastered (dedicada a cantantes muertos) le dedicó un capítulo que tituló “Masacre en el Estadio”, donde el mencionado Pedro Barrientos se retrata a sí mismo.

Víctor Jara en España

En nuestro país, la obra de Víctor Jara ha tenido un camino, cuanto menos, curioso. Aquí debemos el conocimiento de la misma no solo probablemente a la labor de Joan Turner, sino a la del presidente de Dicap y a la discográfica española Movieplay.

En 1974, el periodista musical Antonio Gómez tenía un cargo en el sello discográfico Gong, dependiente de la discográfica antes mentada. Después de haber mantenido conversaciones con Quilapayún, Antonio fue contactado por Alejandro Caloguerea, quien dirigía Dicap desde París. Rápidamente llegaron a un acuerdo para lanzar en España el catálogo de esta compañía, y pronto les llegaron las primeras copias con las que pudieron publicar discos (recordemos que los masters originales de los discos publicados por Dicap fueron destruidos).


De izqda a dcha Rodolfo Parada (entonces miembro de Quilapayun), Antonio Gómez y Carmen Saavedra. 


No obstante, España todavía estaba en dictadura, y eso trajo consecuencias. Cuando Movieplay quisieron lanzar los discos Pongo en tus Manos Abiertas y El Derecho de Vivir en Paz, se encontraron con que parte de las canciones de los dos discos no lograron pasar la férrea censura gubernamental, con lo que no podían lanzarlos. Ante esta situación, esta empresa reaccionó tomando todas aquellas canciones de dichos álbumes que hubiesen pasado la censura y publicándolas en un álbum discográfico llamado “Te Recuerdo Amanda”. Un tiempo después, cuando la censura gubernamental desapareció, las canciones de ambos discos que no pudieron ser publicadas inicialmente se lanzaron bajo el título “El Derecho de Vivir en Paz”, y el resto de canciones de Víctor que no habían pasado la censura se publicaron bajo el título de “Selección”.

Reflexiones

No se puede entender la cultura chilena sin mencionar a Víctor Jara o a Violeta Parra, pero tampoco se puede entender el mundo de la canción de autor en general sin estos. Si la Junta Militar Chilena pretendió “quitarse de en medio un problema” acabando con la vida de Víctor, lograron justo lo contrario. La muerte de Víctor Jara pesa sobre los militares chilenos como una losa que no se podrán quitar de encima jamás. Si querían acabar con su legado, provocaron lo contrario. El asesinato de Víctor ha quedado para la posterioridad como un símbolo inequívoco de los horrores del gobierno de Pinochet. Su mensaje está más vivo que nunca, y su recuerdo aún más. Es lo que sucede cuando asesinas a una persona de una categoría humana y artística tan apabullante como la de Víctor, esa persona se convierte en leyenda y tú quedas como lo que eres. Víctor murió hace cincuenta años, pero vive y vivirá por siempre en el corazón de millones de personas, entre las cuales se encuentra el autor de este artículo.

Tommy Agudo. 

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